El franquismo después de Franco: el recuerdo que la democracia no ha sabido borrar
- saramolinadelgado
- 29 nov 2016
- 12 Min. de lectura
La dictadura franquista, al igual que cualquier régimen político, se sustentó en cuatro pilares: administración, ejército, clero y pueblo. Cuarenta años después de su desaparición aún se encuentran vestigios de su gestión, nostalgia de los que lo vivieron y admiración inculcada de una parte de la juventud. Lo que se puede afirmar con rotundidad es que ni la transición ni el régimen democrático han conseguido eliminar la sombra de una dictadura que incluso hoy en día planea oculta en la realidad social española, pero ¿cuán larga es la estela del franquismo?
Ausentes en política, presentes en ideología
Tras la muerte de Franco un ambiente de incertidumbre se cernía sobre los españoles. Por primera vez, la política española creó un sentimiento común en vencedores y vencidos: el miedo. Los demócratas temían que la oportunidad que llevaban más de 40 años buscando se diluyese bajo un nuevo régimen personalista, lo que por aquel entonces llamaron “un franquismo sin Franco”; mientras que los más férreos partidarios de la dictadura veían tambalear los cimientos de un sistema que les había llevado a un estatus privilegiado.
Para Carlos Slepoy, abogado de la querella contra los crímenes de la dictadura, está claro quiénes salieron ganando: “La modélica transición, en realidad fue producto fundamental de la imposición de las fuerzas franquistas, que no solamente quedaron impunes sino que pasaron de la dictadura a la democracia como si pasaran de un salón a otro de su casa, consiguiendo además, que se llevara a cabo una política de olvido y desmemoria del drama que significó el golpe de Estado, la posterior guerra civil y el franquismo”. Pero, ¿cómo encajaron las altas instancias políticas del régimen su nueva situación?
Carlos Slepoy: "Las fuerzas franquistas pasaron de la dictadura a la democracia como de un salón a otro de su casa"
Principalmente se tomaron dos caminos: una continuación en la vida política y la entrada en la empresa privada. De estos últimos poco se ha hablado, a excepción de algunos reportajes puntuales como el especial 40 años de desmemoria de El diario.es, en el que se trató el retiro dorado que tuvieron parte de las altas instancias franquistas al pasar a formar parte de empresas como Telefónica, el banco La Caixa o la prestigiosa consultoría a nivel internacional Price Waterhouse Coopers.
Más criticado fue el otro camino, la llegada de los antiguos cargos del régimen a las instituciones de la democracia. Como nos cuenta Bibiana Collado, de 91 años: “cuando murió Franco esperábamos que desapareciera por fin el régimen del panorama político, pero nos encontramos con que sus miembros continuaban formando parte de algunos partidos”.
Estos partidos a los que se refiere son principalmente Alianza Popular, que contó con hasta 7 ministros franquistas en sus filas; y otros partidos de ideología fascista como el Frente Nacional (FN), Falange Española Auténtica (FEA), Falange Española Independiente (FEI) y Círculos de Jose Antonio (CJA).
Hasta 20 de ellos han tomado el testigo de la ideología franquista desde el inicio de la democracia, aunque ninguno se ha presentado a todos los comicios. Destaca Falange Española y de las Jons como el que más veces lo ha hecho; y en la actualidad, como el que mejores resultados obtiene (23.407 votos en las europeas, 9.909 en las generales).

La ultra derecha cada año obitne peores resultados en las elecciones generales
Aun así, la tendencia de la ultraderecha en España es a la pérdida de votos en las elecciones generales, mientras que su popularidad ha aumentado en las europeas.
"Alicia Sánchez Camacho, Aznar o la vicepresidenta del Gobierno son algunos ejemplos de políticos del PP que tienen vínculos familiares con altas instancias del franquismo"
¿Cómo se explica este descenso de simpatizantes teniendo en cuenta el auge de la ultraderecha en Europa? Una de las posibles opciones que se baraja, es la absorción por parte del Partido Popular de este tipo de votantes. Esta teoría encuentra su razón histórica en el germen del PP, Alianza Popular, que fue el partido de la derecha más votado después del franquismo.
La presencia directa del régimen en él duró hasta 1990, año en el que se sustituía como cabeza de partido a su fundador, el ex ministro franquista, Manuel Fraga. Sin embargo, la representación de una parte de los ideales heredados no se ha dejado de lado ni si quiera a día de hoy; y los vínculos con su pasado siguen siendo estrechos.
Según la Federación Estatal de Foros por la Memoria “La casi totalidad de la dirección del Partido Popular son descendientes de nobles, aristócratas o militares franquistas”. Cargos tan relevantes para la política actual como la presidenta del PP de Cataluña Alicia Sánchez Camacho, el expresidente Jose María Aznar o la vicepresidenta Soraya Saenz Santa María tienen vínculos familiares con las altas instancias del régimen franquista.
Más allá de la cuestión de los de lazos sanguíneos, ha habido numerosas polémicas relacionadas con la propia actuación de sus miembros. Una de las más recientes, el galardón que varios cargos del PP obtuvieron de la Fundación Francisco Franco por honrar la memoria del dictador. Fundación que, por otra parte, ha sido subvencionada con 150.000 euros del Estado por mediación del actual gobierno de Rajoy, aunque este haya declarado que no está al tanto.
En el terreno legislativo también su su actuación ha denotado una postura poco crítica con el régimen. A nivel nacional, el Partido Popular ha votado en contra de la ley de Memoria Histórica y de todas las medidas que buscaban la condena de franquismo.
A nivel provincial y municipal, los Grupos Populares han rechazado el cambio de nombre de algunas calles y pueblos con referencias a la dictadura; y también a la hora de retirar estatuas y homenajes como es el caso de la medalla de oro de Calatayud o el título de Alcalde de honor Perpetuo de Salamanca, ambos honores otorgados a Franco y que aún conserva gracias al PP.
"La Fundación Francisco Franco ha sido subvencionada con 150.000 por el Estado, aunque Rajoy ha declarado que no está al tanto"
Los ejemplos a lo largo y ancho de la península son continuos y la dinámica es la misma: el no y la abstención a las medidas que buscan la recuperación de la Memoria Histórica.
El franquismo castrense: ¿con o sin generalísimo?
El régimen militar de Franco fue el culmen de una intervención constante por parte del ejército en la vida política desde el siglo XIX. Cada cambio de gobierno o de régimen en España se producía por mediación de los militares; pero el final de la república fue el punto más radical, en el que el ejército hizo su tal espléndida demostración de fuerza que llegó a lo más alto de su historia para no bajar de ahí en 40 años.
Fueron los militares el pilar más importante para la perpetuación del poder de su generalísimo y los altos cargos gozaron de una posición privilegiada en el sistema. Además, Franco se había convertido para muchos jóvenes combatientes en una personalidad de culto, debido a su consagración a la vida militar que le llevó a ser el general más joven de Europa, algo con lo que se identificaban y que admiraban.
Esta admiración, junto con la exhaustiva criba y represión que intentó borrar el ideario de la Segunda República, explica por qué, como afirmó en una entrevista el ex teniente Segura: “Hoy en el ejército se vive el franquismo, a cada paso que das lo estás respirando”. Segura ha sido expulsado del cuerpo por denunciar en su libro la corrupción y la ideología pseudo-franquista presente algunos de los profesionales que forman el brazo armado de la democracia.

El ex teniente Segura ha sido expulsado del cuerpo por hablar a los medios de la corrupción y el franquismo presentes en el ejército (fuente: El Confidencial)
Pero no es muy común que se den casos como el del ex teniente, de hecho, el ejército se caracteriza por ser una institución bastante hermética, y cuando se produce un caso de filtración de informaciones los militares afectados saben que se enfrentan a las consecuencias. Es por esto que Marcos (pseudónimo), capitán del ejército, no desvela su identidad cuando afirma que: “Aún te encuentras en despachos o dependencias de compañeros retratos de Franco porque muchos son hijos de antiguos cargos del ejército de la dictadura, pero no es normal adularlo públicamente”.
Capitán del ejército: "Aún te encuentas en despachos o dependencias de compañeros retratos de Franco"
Aunque a la vez que dice esto, cuando se le pregunta por el homenaje del ejército a la figura del dictador explica que “hay que mirar las cosas con perspectiva: Alejandro Magno mató a todos los varones crucificándolos cuando su ejército conquistaba una ciudad y hoy en día se exalta su figura; la historia es así, a lo mejor dentro de unos años se asustan de que tuviéramos perros diciendo que eran nuestros esclavos”. Jesús Zurita, brigada del ejército de tierra, coincide en que el franquismo hoy en día no tiene apenas importancia a nivel militar, o que al menos esa es la imagen que se da.
Sin embargo, la experiencia de Laura Gogorza, desde fuera de las instituciones militares, como secretaria de un alto cargo, alude a una realidad muy diferente.
Cuenta que un día, poco antes de navidad, después del trabajo su jefe les invitó a tomar algo a ella, a otros empleados y a un grupo de militares: “resulta que una vez servido el cava, el general propone un brindis ‘por España, por el rey y por Franco’, sinceramente yo pensaba que era una broma porque él solía hacerlas, así que me eché a reír, pero me di cuenta en seguida de que iba en serio”.
un brindis ‘por España, por el rey y por Franco’, sinceramente yo pensaba que era una broma porque él solía hacerlas, así que me eché a reír, pero me di cuenta en seguida de que iba en serio”.
Se trata de un problema que genera problemas, como afirma el exteniente Segura. Estos pueden ser de corte machista, como el caso Zaida; de corte ideológico, como el propio problema del teniente; de corte homófobo, racista, etc. Es decir, altercados con cualquier tipo de principio excluyente de los muchos que el franquismo proclamaba y proclama hoy en día.
Iglesias y catedrales se convierten en el refugio del franquismo

A pesar de que el obispado afirma que las misas del caudillo son actos puramente religiosos, la mayoría terminan así (fuente: El Mundo)
Parte del clero también comparte el ideario de los notálgicos franquistas, convirtiéndose en un apoyo importante para los disidentes. La mayoría de los actos que se celebran en conmemoración de la memoria del dictador se realizan en iglesias.
Concretamente, más de 15 misas se programan cada año en toda España por la conmemoración del aniversario de muerte de Franco, a las que se suman las organizadas para honrar la memoria de otras personalidades relacionadas con él como Blas Piñar o Jose Antonio Primo de Rivera; incluso de momentos históricos como el Alzamiento Nacional.
De esta manera, en el mes de noviembre, no es extraño encontrar en los medios imágenes de curas besando la bandera franquista o declaraciones como la siguiente: "Un 18 de julio de 1936, las emisoras de radio anunciaban un levantamiento en África. Al frente de este alzamiento estaba un joven general, Francisco Franco Bahamonde. El alzamiento fue necesario, España estaba en peligro, una ideología procedente del infierno quería estrangular a la patria. El comunismo", que se podían escuchar en la misa de la iglesia de San Jerónimo en Madrid.
Un supuesto agradecimiento al dictador se infiere de las palabras del cura, que elevan a Franco como salvador de la patria y de la iglesia. Indirectamente recuerda al episodio de la persecución religiosa, el anticlericarismo, la quema de iglesias... Argumento que continuamente se ha utilizado por parte de los franquistas para jusitificar el golpe.
Sin embargo, como dice el evangelio del apostol San Juan "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". Y es que en el presente, se ha dado a conocer cada vez más la historia de algunos curas que el régimen castigó recluyéndoles en prisiones e incluso con la muerte, como se cuenta en el libro “La otra iglesia” de Feliciano Montero, Antonio Moreno y Marisa Tezanos.
Una persecución que no terminó ahí, como cuenta el cura obrero Enrique de Castro “poco después de ordenarme, allá por los años 70, fui perseguido y encarcelado por los franquistas”. Aún en el presente, la parte conservadora de la iglesia sigue rechazando a los "curas rojos", como se les suele llamar, que se encuentran en muchos casos perseguidos por la propia institución hasta nuestros días. Es el caso de Enrique, que ha llegado a incomodar hasta tal punto que en 2007 intentaron cerrarle la iglesia.
En el otro extremo, el de los curas falangistas, desde el obispado, si bien no se apoya abiertamente, se alega que se respeta la libertad de expresión de los miembros, como en el caso de Jesús Calvo, párroco de Villamuño. Declaraciones como que “el rey Juan Carlos fue un traidor” o que no concibe la separación del poder político y el eclesiástico le han llevado a convertirse en un personaje bastante mediático, que representa el apoyo que desde algunos municipios se da a la ideología franquista.
El franquismo social: la vieja guardia y los "franquistas de biberón"

Ambiente en la plaza de Oriente en el homenaje a Franco el 20-N
Desde señoras mayores de rodillas y llorando, hasta niños con camisa y pantalones de pizas, se veían el 19 de noviembre en la misa que dio la iglesia de Santiago en honor al dictador. Podemos hablar de homogeneidad en los símbolos, toda una ocasión para observar algo único: hombres en un templo santo con más abalorios que las mujeres. Tal como un árbol de navidad en una casa de la calle serrano, todos los hombres estaban llenos de adornos de la cabeza a los pies. Además de las banderas de España, abundaban las decoradas con el águila o el yugo y las flechas, pins, chapas, tatuajes…
Estampas como esta se solapaban con un discurso aparentemente aséptico del párroco, que recordó durante toda la homilía que la misa era un acto puramente religioso por un ferviente cristiano, igual que se hubiera hecho en el caso de cualquier otro. Unas palabras que con anterioridad el obispado había pronunciado, negando el componente político de una ceremonia que terminó con la entonación del cara al sol en la puerta de la iglesia por parte de los asistentes.
Los mismos manifestantes que hablaban de respeto a la libertad de expresión animaban a sus cachorros a darle una paliza al activista Gritos de viva Franco, arriba España, o adulando a Jose Antonio Primo de Rivera y Blas Piñar se podían escuchar en un primer momento; para dar paso a otros de carácter despectivo como “guarra”, “zorra” a una mujer que increpaba a los falangistas y reprobaba el acto muy cautelosamente, tomando cierta distancia, pues un ambiente de violencia y nerviosismo se respiraba en la madrileña calle de Santiago.
Aún así, mucho mayor era la sensación de agresividad que se palpaba en la concentración convocada al día siguiente por la Fundación Francisco Franco en la plaza de Oriente, con una presencia mucho mayor de jóvenes, sin faltar la nostalgia de los mayores.
Se convertía el acto en una demostración de fuerza y unión para estos “franquistas de biberón” que no han tenido otro contacto con la dictadura que no fuera a través de sus mayores y estas reuniones; pero que viven la veneración a la figura de su caudillo tanto o más que ellos.
Este es el caso de un joven de unos 30 años vestido con la bandera de la falange que afimaba haber crecido en esta ideología y que hablaba de “exaltar los valores del más puro patriotismo de España”. Algo distinta era la experiencia de otro hombre que decía estar harto de las mentiras de la democracia y que había pasado de militar para Bildu a formar parte de Acción Juvenil Española.
"Un sentimiento de agradecimiento al caudillo, gracias al que hemos vivido mejor”, era lo que movía un hombre de más de 65 años a soportar una lluvia incesante para honrar al dictador este 20 de noviembre. También otros dos manifestantes de avanzada edad reiteraban “ejercer su derecho a la libertad de expresión”.
Pero estas mismas personas que hablaban de respeto a su voluntad y de libertad de expresión , rompieron a gritos animando a sus cachorros a propinarle una paliza al activista Lagarder Danciu cuando irrumpió en la ceremonia con un cartel en el que se leía “Franco asesino”, un ataque que se llevó a cabo frente a la impasividad de los agentes.
“Ellos me han pegado y la policía no ha hecho nada” comentaba el activista, "es preocupante su actuación: me han dicho que me vaya a mi país cuando me han registrado".
Un registro que se llevó a cabo después de que varios agentes arrastrasen al activista fuera del recinto mientras que los otros compañeros acompañaban a los agresores hacia el evento, con palamditas en la espalda incluidas. A los atacantes ni siquiera se les tomaron los datos, mientras que hace pocas semanas que la brigada policial de extranjería abrió un expediente de expulsión del país para el activista.
Así, se convierten los actos celebrados el 20 N por toda España en la máxima expresión de un franquismo que aparentemente permanece dormido dentro del sistema, pero que cada año sorprende a la democracia con su discurso del odio ante la mirada atónita de gran parte de la sociedad y de las instituciones.
Muchos de ellos se cuestionan la legalidad de estos actos, una pregunta difícil de responder. Se trata de una cuestión casi filosófica: dónde termina mi libertad para que comience la del otro.
Una libertad que en las leyes se traduce en un derecho constitucional que ellos mismos reivindican para legitimar sus actos; en los que, paradogicamente se puede escuchar “tenemos que derogar con la máxima gencia la Constitución de 1978".
Una actitud ambivalente e hipócrita por parte de los asistentes y organizadores que esclarece el sendero puramente populista que están tomando los herederos del franquismo.
Reclaman una libertad a la que otros países que han sufrido una dictadura han puesto límites, y por tanto, que no se entiende desde fuera de las fronteras españolas, como indica Slepoy: “es importante destacar que todas estas políticas (de impunidad frente a los crímenes del franquismo) han sido condenadas por múltiples organismos internacionales y europeos que exigen su fin”.
Sin embargo, algunos partidos como el PP han impedido desde la transición que esta condena se traduzca en unos límites a los nostálgicos y en una política que apoye a las víctimas.
El letrado no encuentra explicación a esta situación más que desde “posiciones políticas deshumanizadas y también deshumanizadoras” porque, para él, “solo hay un crimen aún mayor que la comisión de crímenes contra la humanidad y, es la impunidad de estos cuando se promueven desde un Estado que se pretende democrático”.
Comentarios