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Hacia un periodismo de calidad

  • saramolinadelgado
  • 30 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Un día llegas a casa y le comentas a tus padres que quieres ser periodista. Las reacciones son de todo tipo, pero van orientadas hacia lo mismo: qué desperdicio. Qué desperdicio de talento de una persona que apuntaba a más, qué desperdicio de dinero en una carrera que no te va a llevar a ninguna parte, qué desperdicio de tiempo estudiando para luego no conseguir un trabajo decente. Pero sigues adelante.

Estudias, trabajas, aprendes, escribes, te esfuerzas como no pensabas que lo ibas hacer. Y después de años de dedicación, y sabiendo que aún ni siquiera ha empezado lo difícil llega un momento en el que tienes que ponerte a escribir una vez más. Esta vez para decir que, a pesar de tu sacrificio, tu profesión es la peor valorada. Que solo un 2,1% de las personas que te leen querrían que sus hijos hiciesen lo mismo que tú. Que tus padres reaccionaron como reaccionarían el 97,9% de los españoles.


Pero dejando a un lado el duelo, si no eres parte de la solución eres parte del problema. Los periodistas tienen una responsabilidad con su público, se deben a ellos, y si algo estamos haciendo mal debemos solucionarlo porque se están yendo. Están acudiendo a recibir información de otras fuentes que no somos nosotros, ¿cómo es posible que se le dé más credibilidad a un bulo difundido en las redes sociales que a la palabra de un periodista? Esta pregunta se la harán algunos, pero es el momento de dar alguna respuesta.


Esto es posible porque cada medio publica una información diferente, que obliga a su público a contrastar con otros para obtener una visión global de algo que ha ocurrido. Es posible por la falta de ética periodista que hace que se publiquen imágenes y vídeos que hieren la sensibilidad de la gente y que no tienen ningún contenido informativo. Es posible porque se publican tantas noticias carentes de interés informativo que eclipsan lo verdaderamente importante. Es posible porque ellos saben que los intereses comerciales pesan más que los informativos en la mayoría de las ocasiones.


Han cambiado mucho las cosas desde que Gabriel García Márquez calificase al periodismo como como “el mejor oficio del mundo”. Y hay mucho por hacer para que vuelva a serlo, pero no depende de nadie más que de nosotros mismos. Arreglar esta situación pasa por escuchar a las personas que nos dan de comer, y de paso, que nuestro país tenga una prensa comprometida movida por los principios éticos y los valores más que por los recursos económicos. Es difícil, pero es posible.


Solo tenemos que tener en cuenta cuatro conceptos clave para conseguirlo: escuchar a nuestros lectores, respetar la normativa, empatizar con los sujetos… Y el propósito de este artículo, hacer autocrítica que nos permita enmendar nuestros errores. Las relaciones se basan en el respeto, respetemos a nuestra audiencia y nos ganaremos su consideración.



 
 
 

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Los posts de este blog son los trabajos que he estado haciendo desde que empecé la carrera y en los trabajos que he estado. Todas las informaciones tomadas de otros autores aparecerán citadas y las obras a las que he recurrido se encuentran al final de la página en el apartado "Bibliografía".

En los casos que no aparece ninguna obra es porque se trata de un trabajo hecho por mí al completo, cono en el caso de las críticas cinematográficas. 

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